Este símbolo tiene grandes detractores, no por sus orígenes, sino porque muchos lo relacionan con un producto mediático del gobierno de turno, pero los mismos detractores reconocen todo el valor y la laboriosidad que encierra esta prenda artesanal. Santiago, desde Tuchín, un municipio del departamento de Córdoba, considerado la cuna del sombrero vueltiao, nos cuenta cómo esta prenda se fue metiendo de a poquitos y se quedó en el corazón de los colombianos y es innegable que a pesar de ese aire de símbolo impuesto, es una pieza que habla de un pueblo, de una región y que está cargada de historia, de geografía y antropología.